A pesar del ajetreado día anterior, a las 09:30 estábamos desayunando para salir a visitar aquellos «pendientes» de nuestro paseo por Punta Arenas. Con el espíritu listo para salir, hicimos el check out del hostal y dejamos nuestro equipaje para pasarlo a recojer más tarde, cuando se acercara la hora del regreso.
Comenzamos yendo directamente y sin escalas al Museo Regional de Magallanes, ubicado en el que fuera el Palacio Braun Menéndez. Se encuentra a escasos pasos de la Plaza Muñoz Gamero, y vale la pena visitarlo al 100% si vas a Punta Arenas. No cobran entrada y el recorrido completo toma un par de horas, por lo que no hay excusas para sacarlo del itinerario. En la entrada, el personal del museo te entregará unos cubre zapatos para proteger y mantener limpio este Monumento Histórico, así como un folleto y un audioguía que te explicará detalles de lo que ves en cada uno de los pabellones (también es gratis).
El recorrido por el Museo muestra elementos de la vida diaria de una familia de altos ingresos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El mobiliario, obras de arte y decoración podrían formar parte de un capítulo perdido de Downton Abbey y sirven de aperitivo para este paseo por la historia. Las colecciones arqueológica y etnográfica cuentan los primeros capítulos de esta historia protagonizados por megafauna y los primeros humanos en vivir en la zona.
Cada habitación del Palacio Braun Menéndez abierta al público es un episodio y tiene su relato incluído en las audioguías. Nuestras paradas favoritas fueron la cocina y el de los primeros habitantes. La primera porque mi papá comparaba con las cocinas de su infancia y terminó relatando varias anécdotas de su etapa de «niño de los mandados», y la segunda por las ñoñerías mías comentadas en el post anterior.
Luego de un «baño cultural» de esta magnitud es inevitable querer continuar la investigación magallánica con un repaso por su gastronomía, así que fuimos a almorzar con nuestras asesoras de la zona. El lugar recomendado para que mi señor padre probara la centolla y otros platos del mar austral fue «El Chumanguito«.
Entre las peculiaridades de este restaurant está la que pueden ver en la foto siguiente: la bienvenida la daba una silla volcada. La idea era que la silla sostuviera la puerta abierta, pero el inagotable viento austral no estaba de acuerdo con eso. Otra distinción es el mural pintado al interior, en esto tendrán que confiar en mi palabra porque el apetito no me dejaba energías para levantar la cámara.
Luego de devorar un chupe de centolla, salmón a la plancha y otras maravillas, comenzaron las despedidas de este viaje. A las 16:35 comenzaba el embarque «de todos los pasajeros del vuelo LA 82 con destino a Puerto Montt» así que dejamos los abrazos afectuosos puntarenenses y emprendimos el regreso.
Este vuelo no tuvo la expectación o ansiedad del anterior, pero de todas maneras mantuvo a mi compañero de asiento pegado a la ventana. Sin turbulencias nos acercamos Puerto Montt, en medio de una lluvia primaveral, y desde el aeropuerto enfilamos al Terminal Municipal de Puerto Montt para llegar a la 1 de la madrugada a Valdivia a descansar.
Recomendaciones:
- Días de viaje: Cuando visito algún lugar que no conozco es inevitable querer pasar más tiempo ahí para ir a localidades cercanas, o no tanto, y «aprovechar» la distancia recorrida para un viaje exhaustivo. Normalmente no lo logro. Pero si hay que pensar en un mínimo de tiempo, recomiendo 2 noches al menos para la ciudad de Punta Arenas
- En las cercanías: Además del Parque Nacional Torres del Paine, en Magallanes están la Reserva Nacional Alacalufes, el Parque Karukinka y el Parque Nacional Alberto de Agostini. También puedes recorrer las pinguineras en la época adecuada del año o visitar Tierra del Fuego
- Cerca pero no tanto: Si has viajado más de 2 mil kilómetros para llegar a la capital magallánica, no te asustarán unos cuantos cientos más. Si el tiempo lo permite, cruza la frontera y visita Ushuaia, El Calafate, El Chaltén o Río Gallego, porque ¿Cuándo habrá otra oportunidad?
- La mejor época del año: Creo que la mejor época del año para visitar Punta Arenas es… cualquier época del año. En invierno cuentan con el Carnaval de Invierno que se realiza desde hace una veintena de años. En verano los días son interminables y podrás recorrer cámara en mano muchos más lugares para capturar esa luz especial del sur. Si te preocupa el frío, lleva ropa adecuada para estar al aire libre, porque al interior de casas, comercios y hoteles la calefacción se mantiene 24/7
- ¿Volvería a Punta Arenas? Claro que sí. Nos gustó lo suficiente este viaje como para que mi señor padre considerara irse a vivir a la región… quizás ustedes lleguen y no quieran regresar
Interesante. Punta Arenas es una ciudad que me encantaría conocer.
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Vale la pena! y si no tienes mucho tiempo, puedes arrancarte algún fin de semana XL y disfrutar cada hora. Y si vas, cuentas qué tal es el mítico kiosko Roca, porque no alcanzamos a visitarlo en este viaje. Saludos ✈️
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