Full Day Torres del Paine: Día 3

A las 05:00 comenzó la jornada con destino al Parque Nacional Torres del Paine, uno de los tres destinos turísticos más visitados en Chile (los otros dos son San Pedro de Atacama e Isla de Pascua). Treinta minutos después de despertar estábamos saliendo de Punta Arenas en una mañana algo nublada, con la tarjeta de memoria y la batería de la cámara listas para capturar todo lo que se pudiera.

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El viaje lo hicimos gracias a nuestra guía / conductora / fotógrafa / amiga, quien se propuso mostrarnos al menos un porcentaje de la inmensidad que son las más de 227 mil hectáreas que componen el parque. Si alguien ha estado viviendo debajo de una roca y alejado por completo de la humanidad, debe saber que el Parque Torres del Paine:

  • es Reserva de la Biósfera de la UNESCO
  • ganó el concurso para ser la Octava Maravilla del Mundo, organizado por TripAdvisor en 2013
  • recibe más de 150 mil visitas al año
  • hay un Reglamento que debes respetar cuando visita el Parque (y que podría aplicarse a muchos otros parques y lugares de interés)
  • se ubica a 254 km de Punta Arenas y 100 km de Puerto Natales.
  • entre las actividades que se pueden realizar en el parque destacan: senderismo, caminata en hielo, pesca deportiva, escalada deportiva, navegación y fotografía, entre otras

Para hacer esas y otras actividades, puedes hospedarte en alguno de los hoteles que hay dentro del Parque, si el clima lo permite también puedes dormir en los campamentos o refugios. Otra opción es hospedarse en Puerto Natales e ir por el día, y finalmente viajar desde Punta Arenas, como lo hicimos nosotros. Si bien esta no fue mi primera visita a la capital de Magallanes, sí fue la primera vez en «modo viajero». Y debo decir que contar con la compañía de una conductora que entienda el deseo de detenerse 1 minuto para tomar esa foto perfecta del paisaje, hace la diferencia entre un viaje memorable y lleno de recuerdos para compartir, y una visita rápida.

El camino entre Punta Arenas y Puerto Natales parece largo y solitario.

Nos detuvimos en un pueblo llamado Villa Tehuelches tan temprano (06:45 h) que no vimos más que un ave rapaz, observándonos con interés. Más adelante en el camino divisamos otras personas, ovejas, ñandúes, guanacos, canquenes y otras aves cerca de la ruta, con total tranquilidad. Todo situado en paisajes tan distintos a los acostumbrados para nosotros, los que cruzábamos con la meta de llegar a Puerto Natales a las 09:30 para desayunar como corresponde (algo parecido a un desayuno hobbit de ser posible), antes de partir al Parque. Pero nada hacía presagiar que desayunar temprano no sería tan fácil como parecería.

A las 08:35 llegamos a Puerto Natales. Un hermoso lugar con un aún más hermoso entorno, donde parecían haber tantos turistas como habitantes… que no se levantan temprano un domingo de fin de semana largo, aunque esté lleno de turistas ansiando comer antes de seguir su camino. Dimos varias vueltas buscando algún café, restaurant, picada o lo que fuera abierto, hasta que a las 09:15 descubrimos un restauant. Pero no tendría nada para comer hasta al menos 1 horas más. Decepcionados (y hambrientos) retomamos las vueltas hasta que regresamos sobre nuestros pasos hacia un lugar que vimos al llegar.

El Kau Patagonia era el único abierto y atendiendo. Atendido por extrajeros y con huéspedes extranjeros, parece que éramos de los pocos chilenos en el lugar. Disfrutamos de ese segundo desayuno (recién a las 10:00 h), tranquilo y con una vista impresionante. Además cuenta con una tienda de ropa y accesorios outdoor que pueden salvar si olvidaste o perdiste algún artículo en el viaje.

A las 10:35 h retomamos el camino hacia las Torres del Paine. La ruta 9 continúa con pocos cambios, quizás se hacen más frecuentes las casas, pero el paisaje agreste sigue predominando. Luego que aparecieron las manadas de guanacos, el camino pasó de asfalto a ripio, y aquí ya me perdí. O debería decir que nos perdimos.

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En algún punto del camino, probablemente por ir entusiastamente hablando de las bellezas de la zona, de los viajes a Calafate, Ushuaia, Tierra del Fuego y la Antártica, nos desviamos de la Ruta Y-150, que conduce a una de las entradas al Parque. En lugar de tomar la curva a la izquierda por la misma ruta, continuamos por el desvío que lleva al sector de Cerro Castillo, en donde se encuentra el Reten de Carabineros del mismo nombre. Según lo explicado por la editora colaboradora de esta serie de publicaciones, además de guía / fotógrafa / conductora del viaje, hay dos retenes temporales durante la época estival: Torres del Paine, próximo a la Administración de Conaf al interior del Parque, y la Avanzada Temporal y Fronteriza Lago Dickson, ubicada frente al Glaciar Dickson, en las faldas del Cerro Agudo. Así que si se pierden, ahí encontrarán «amigos en el camino» que les darán indicaciones.

En nuestro caso, solo tomamos el mismo camino, pero en sentido inverso, y retrocedimos unos 20 minutos hasta tomar la Ruta Y-150 hacia el acceso por Laguna Amarga, una de las porterías de Conaf, para ingresar al Parque. El aumento en la cantidad de autos, mini buses y buses que iban en la misma dirección nos pareció un augurio suficientemente seguro para mantenernos en camino.

Justo cuando nos empezábamos a preguntar cuánto faltaba para llegar, apareció.

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Nuestro camino nos llevó a la Portería Laguna Amarga, donde pagamos los $6.000 CLP ($9 USD aprox) correspondientes a la tarifa de adulto nacional  en temporada alta, y los $3.000 CLP de adulto mayor que mi señor padre no tuvo problema en proclamar como la tarifa que le correspondía ($4 a $5 USD). La tarifa para adultos extranjeros es de $21.000 CLP ($31 a $32 USD aprox) en temporada alta.

Luego del trámite correspondiente y recibir las indicaciones necesarias para el ingreso al Parque, tal como el resto de los visitantes, dedicamos nuestra atención por completo al paisaje. Como no podíamos hacer senderismo por alguna de las famosas rutas de las Torres del Paine, optamos por aprovechar la maravillosa vista para las fotografías de rigor. Las que incluyeron algunos intentos con el máximo del zoom, para imaginar estar lo más cerca posible de este macizo rocoso que atrae a tantos extranjeros a este punto del sur del mundo.

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Como el parque es enorme y nosotros pequeños, había que continuar la marcha que nos llevaría entre colinas, lagos, ríos y montañas ese día. Partimos desde la Portería Laguna Amarga y avanzamos deteniéndonos en los miradores para guardar en la cámara y en la mente los paisajes. Desde hacía varios kilómetros nos intrigaban unas «piedras musgosas rojizas», por lo que en la primera oportunidad nos bajamos del auto a comprobar que en realidad eran macizos florales. Neneo es el nombre común de la planta (Anarthrohyllum desideratum), que tuvimos la suerte de encontrar en su periodo de floración adornando los bordes del camino.

Mimetizándose entre las plantas y formaciones rocozas de las colinas, abundaban los guanacos (Lama guanicoe). Tan habituados a los humanos y sus vehículos, que no tenían ningún interés en cruzar rápidamente el camino, o de mantenerse alejados. Más bien, parecían curiosos  siguiendo con la mirada a los visitantes. No me atrevería a decir que estos primos de las llamas olvidaron cuando eran una presa más de los depredadores humanos, pero al menos estaban tranquilos en este entorno donde son los dueños de casa y los demás advenedizos tratan de ser respetuosos con ellos.

Avanzamos en el camino, de ripio pero bien mantenido, serpenteando y siguiendo a otros visitantes que hacían el mismo recorrido. Así llegamos hasta el mirador del Lago Sarmiento, donde tienes las blancas costas lacustres a un lado del camino y la nieve que corona las montañas por el otro, y que parece estar al alcance de la mano. Todo coloreado por las colinas cubiertas por las flores del Neneo. Desde allí, siguiendo el curso trazado por nuestra guía, llegamos al Mirador Salto Grande, con sus aguas de un celeste blanquecino en el que no me imagino tomando un baño, ni en pleno verano.

La última parada que nos permitió la jornada dentro del Parque, fue en el Mirador Pehoé. A medida que nos acercábamos, bordeando la costa este del lago del mismo nombre, vimos la clásica postal de la Hostería Pehoé, con su puente de madera que parece una conexión tan frágil con esa inmensidad que es el Parque. Como suele suceder en esas latitudes australes, había bastante viento, lo que nos regaló la oportunidad inesperada de fotografiar la danza del agua y el viento gracias al ágil dedo en el disparador de nuestra guía / fotógrafa.

La última escala de ese Full Day a las Torres del Paine fue en la Cueva del Milodón, que queda en la ruta Y-290, que fue nuestro camino de regreso hacia Punta Arenas.

Aquí debo hacer un descargo de responsabilidad: soy bastante ñoña respecto de cosas como el poblamiento americano, los primeros asentamientos humanos (ansío que algún día sea real el Museo de Monteverde), el pasado distante de nuestro planeta durante el paleozoíco, mesozoíco, etc… sin embargo, no me pasó NADA con la Cueva del Milodón. Supongo que mi apreciación puede haberse afectado por varios factores, como que estaba lleno, había poca señalización de autoguiado, los servicios asociados parecían más enfocados en vender llaveros con mini-milodones que en instruir a los visitantes, tenía hambre, estábamos cansados, etc.

Pero fuimos. Caminamos los escasos metros que separan la cueva principal de los servicios y vimos la fila del treintenar de personas esperando por su selfie con la réplica del Milodón (mylodon darwini), y otras tantas decenas caminando rápidamente por los senderos interiores de la cueva. Sin lugar a dudas en un espacio impresionante, y estoy segura que con tiempo, energía y la compañía de alguno de los guías especializados para recorrer todo el complejo, debe ser una visita fantástica. Lamentablemente, solo fuimos, pagamos ($2.500 CLP entrada adultos chilenos y $7 a $8 USD aprox) entramos, salimos, pasamos a los servicios higiénicos y nos fuimos.

Espero tener la oportunidad de volver y satisfacer mi curiosidad nerd caminando los senderos y aprendiendo algo de todo lo que este lugar puede enseñar a sus visitantes.

A esas alturas ya llevábamos 12 horas desde que comenzamos el viaje: era hora de ponernos en marcha y regresar. El viento que nos acompañó desde la mañana había ido aumentando y nuestra guía / conductora / fotógrafa no las tuvo fácil para conducir, pero como ya no había apuro más que para llegar a descansar, lo tomamos con filosofía y disfrutamos de la grata conversación al regreso. Como buenos viajeros, hablando de más lugares para visitar, siempre agrandando la lista de destinos y con el compromiso de cumplir al día siguiente con otra de las degustaciones obligatorias de la comida magallánica: la centolla.

Aún si describiera en el mayor detalle posible cada lugar en que nos detuvimos, no conseguiría hacer justicia a las sensaciones producidas por ese paisaje. Sin duda recorrer por el día el parque es una experiencia que vale la pena vivir, ya sea como aperitivo para una visita más larga después o como oportunidad de estar en uno de esos lugares que a veces solo visitas una vez en la vida.

Recomendaciones

  • Si puedes y tienes la opotunidad, ve por varios días al Parque Torres del Paine: cada curva del camino ofrece un vistazo diferente y sin duda que recorrer sus senderos debe provocar el mismo efecto de querer ver más
  • Comida: si vas por el día, como nosotros, apérate con algunos snack, sandwiches, termos con agua caliente y botellas de agua. Podrás comer en breves paradas en los miradores, con algunas de las mejores vistas del país
  • Fotografía: si tienes, lleva un lente 75-300 mm o superior y si vas a recorrer los senderos, algún dispositivo deportivo como las famosas GoPro. Cuando regreses y veas tus capturas, valdrá la pena el peso extra
  • Ropa: en nuestra calidad de primerizos en esas vicisitudes viajeras, llevamos más ropa de la necesaria porque tuvimos la suerte de contar con buena temperatura. Eso sí: un gorro, bandana o bufanda para el viento insistente puede ser útil si no estás acostumbrado a los climas meridionales extremos
  • Full Day: este tipo de recorrido al Parque lo puedes contratar con varias agencias, saliendo desde Punta Arenas o Puerto Natales. Los precios varían de acuerdo a si incluyen o no las entradas, colaciones o almuerzos (Desde Pta Arenas o Pto Natales normalmente no incluyen alimentación o entradas, aunque puede haber excepciones). Lo habitual es que el servicio con snaks y entradas sean de los tours de los hoteles, que ofrecen los recorridos a sus huéspedes con guía incluido. Como siempre, es importante cotizar y revisar los horarios.

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