Mujeres jirafa, elefantes, orquídeas y tigres

Primero que todo debo decir que siento como si llevara 20 días, no 5, conociendo un poquito de este país. En segundo lugar, aun huelo a elefante.

El domingo nos pasaron a buscar a las 8 de la mañana para llevarnos a conocer algunos de los «hits» turísticos de esta zona. Tras el desayuno buffet del hotel (el de Bangkok tenía más variedad, pero igual salimos rodando del comedor) partimos hacia nuestra primera parada del día: dar un vistazo a las tribus de las montañas.
A una hora de Chiang Mai se encuentra una aldea (más o menos artificial) en la que conviven personas provenientes de diversas tribus de esta zona de indochina. Digo que es más o menos artificial porque hay un recorrido establecido para ir conociendo la aldea y porque hay casas-locales de venta de diferentes tribus mezcladas. Las que estaban cuando llegamos eran mujeres de las tribus Paduang (las mujeres jirafa que cubren y estiran sus cuellos con aros de metal y que derivan de las tribus Karen), Akha (que usan sombreros con monedas y cuentas plateadas) y varias más un poco menos conocidas.


Estos grupos son, en su mayoría, refugiados que forman parte de tribus anteriormente nómadas, cuando los límites y conflictos geopolíticos permitían que recorrieran la zona montañosa de indochina (desde China hasta Myanmar). Lo triste es que parecieran estar a un par de rejas de constituir un circo de seres humanos. Por supuesto, la mayor parte de las personas que van los tratan con respeto, pero es inevitable sentir que muestran una parte de su cultura como carnada para vender souvenirs a los turistas ávidos de selfies. Al margen de eso, son muy sonrientes y amables, y es un lugar colorido que vale la pena visitar antes que desaparezcan sus costumbres, atuendos y calidez. Me llamó la atención que solo vimos mujeres y niñas.


A media hora de la aldea está el Maetamann Elephant Camp, nuestra segunda escala del día.

Pero antes, un disclaimer: aparentemente hay muchos campamentos de elefantes y tigres en esta zona del país, donde son maltratados y mantenidos como en las peores épocas de los circos. Sin embargo, y gracias a múltiples movimientos de defensa de los animales, han surgido lugares en que son protegidos y reciben a los elefantes que son quitados a los circos o zoológicos y que no sobrevivirían en la selva en completa libertad.

Ahora sí. Nosotras queríamos ir al Elephant Nature Park, que se destaca por su trabajo de rescate y rehabilitación de estos maravillosos animales, pero no sabemos porqué nos llevaron al Maetamann… nuestro guía sospechosamente dejó de entender español cuando le preguntamos. De todos modos, los elefantes que vimos estaban bien alimentados (¡y cómo comen!) y cuidados. Aunque es chocante verlos con cadenas, no pueden dejarlo libres al estilo safari porque en diferentes campamentos se han salido a la carretera y protagonizado accidentes graves y han pasado a destruir pequeñas viviendas en sus paseos.


La visita a este campamento incluye: presentación de los elefantes (hacen un show medio circense donde hasta pintan cuadros), paseo de 10 minutos aproximados a lomos de un ejemplar adulto pasando por el río y la ladera de un cerro, paseo en carro tirado por bueyes (de esos con joroba, pero que es lo mismo que andar en carreta en Chile), y bajada en balsa conducida con pértigas por el río durante 40 minutos (revisa el vídeo aquí) En todos los puntos te llevan «casualmente» a kioskos donde venden caña de azúcar y plátanos para darle a los animales.


Desde ahí nos fuimos al vivero de orquídeas, donde tienen un pequeño mariposario y un restaurant buffet (parece que los guías tienen múltiples picadas buffet por todo el país para llevar a los turistas). El lugar es bonito y pequeño, así que se recorre con poco esfuerzo y se disfruta cada rincón.


Tiger Kingdom está a pocos minutos del vivero y fue nuestra última parada del día. Y así como los delfines en República Dominicana, acá los tigres son la estrella y hay toda una industria turística asociada a la belleza de estos animales. Eso sí, son muy estrictos y no puedes pasar a ver cualquier ejemplar, con decirles que nos midieron para determinar cuáles tigres nos verían menos como potencial comida o juguete antes de dejarnos entrar.


Yo pasé a la sección donde habían 3 tigres que no tenían nada de tristes ni tragaban trigo. Estaban jugando y saltando en unas piscinas, como dirían mis colegas de prensa, para capear el calor. Son 3 tigres de la misma camada de 15 meses, y ya se ven gigantes y letales. Para pasar debes dejar fuera cualquier elemento extra que pueda distraer al tigre o del que te pueda tironear (bolsos, mochilas, bananos, etc), y seguir disciplinadamente las indicaciones del instructor: no acercarte de frente, no tocarlos más allá de los cuartos traseros, ni se te ocurra acercar tus manos a su cabeza, pon tu mano con firmeza sobre su cuerpo porque no es un gatito para hacerle nanai. Aunque no tuve miedo, gracias a que habían 2 personas conmigo en todo momento y el instructor se mantenía siempre a un paso del tigre, descubrí el enorme respeto que provocan aun cuando les liman los colmillos y las garras.


Verlos tan grandiosos y observándote como si fueras un bistec andante es una experiencia que vale 100% la pena. Lo que no me gustó, es que también puedes visitar los cachorros y vimos que no todos los turistas los tratan con el cuidado y respeto que merecen, sino más bien como un peluche a pilas con el cual tomarse múltiples selfies.

Recomendaciones:

  • Si visitas las tribus de montaña es importante recordar que te tratarán de vender souvenirs, pero es un intercambio cultural más que de bienes. Y de los souvenirs que venden, pocas cosas son fabricadas por ellas.
  • Si quieres ver elefantes, estudia y selecciona con detenimiento el campamento que visitarás. Algunos te ofrecen sesión de fotos, pero los pobres animales se merecen algo mejor en el trato que usarlos de escenografía fotográfica porque son mucho más inteligentes de lo que uno puede pensar.
  • El vivero de orquídeas vale la pena verlo como punto de almuerzo más que como atractivo en sí mismo. Aunque hay diversos viveros en la zona así que si te interesan esas hermosas plantas, puedes buscar uno que entregue más información.
  • Los tigres la llevan. Fue mi parada favorita del día y ahora me compraré todo de tiger animal print… naaa. Pero sí valen completamente cada baht, aunque es más o menos costoso (500 bahts entrar + 290 bahts un cd con tus fotos) en comparación con otras actividades.

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