Full Moon Party

No es necesario añadir más a ese título.

Desde que se nos ocurrió ir a Tailandia fue criterio de selección de fechas el poder asistir a esta fiesta a saciar la curiosidad ¿Cómo es eso de estar junto a otros cientos de personas compartiendo un desborde de fiesta playera? ¿De verdad es la mejor fiesta al aire libre del mundo? Aquí les cuento nuestras impresiones…

Vivir aproximadamente en los 40º de latitud sur, con las temperaturas que eso implica y teniendo playas que dan al frío-nivel-congelante-de-pies Océano Pacífico, hace que la idea de una fiesta, nocturna, masiva, playera, en polera y pantalones cortos, sea ligeramente difícil de imaginar.

Cuenta la leyenda que la Fiesta de la Luna Llena de Koh Pha Ngan nació en la década de los 80, cuando un grupo que no llegó a las 40 personas se reunió en Haar Rin una noche de luna llena para una fiesta playera de despedida de la isla. Debe haber salido muy bien como para que comenzara a transformarse en una tradición que hoy reúne a turistas y locales cada mes.

Como dicen por ahí «las buenas ideas hay que copiarlas», y así es como hoy encuentras la Half Moon Party, Black Moon Culture, Jungle Experiencie y Shiva Moon Family. Eso sí, la Full Moon es la única que da la vuelta el año actualmente, las otras tienen temporadas. Igual hay fiestas en bares y hoteles, así que «el carrete» no faltará en todo el año.

Nuestra experiencia con la Full Moon nos enseñó que la mayoría de los hoteles tienen servicio de transporte propio para llevar y recoger (incluso en calidad de bulto) a sus pasajeros, por un módico precio te inscribes en el horario de tu preferencia y listo. El Milky Bay nos dio una tarjeta a cada una identificando el hotel y dirección, en caso de incapacidad lingüística generada por el exceso de fiesta, y nos señaló el punto de reunión de salida y de regreso.

Nuestros amplios preparativos logísticos para la fiesta consistieron en: tomar una ducha, ponerse la polera flúor con el nombre de la fiesta y un par de zapatillas, echar el pasaporte y algo de dinero a un banano, cargar la batería del teléfono y… listo! Treinta minutos antes de la hora de reunión figurábamos en el bar del hotel listas para irnos a Haar Rin.

Tailandia es un país altamente turístico, a pesar de tener muchos espacios para mejorar, sin embargo hay algo que hacen muy bien y es que todo esto está pensado para los viajeros. Un ejemplo es que en el bar del hotel habían pinturas flúor no tóxicas para la piel disponibles para quien quisiera adornarse algo, y gratis. Solo es un detalle, porque podríamos habernos comprado un set en el supermercado, pero estos gestos expresan la importancia que tiene para los tailandeses el turismo.


Ya pintarrajeadas nos fuimos en la camioneta-tuktuk del hotel hasta el punto más cercano posible de la fiesta. Como este evento atrae a miles de turistas, las autoridades han tomado cartas en el asunto y encuentras un importante perímetro peatonalizado, lo que evita los atochamientos vehiculares y (para qué engañarnos) los atropellos a fiesteros que se desplazan al borde del coma etílico durante la madrugada.
A mí me faltó señalización, pero el instinto gregario humano se hizo cargo y seguimos a las masas de fiesteros para llegar a la playa. En el camino aparecieron, cada vez con mayor frecuencia, mesas de venta de baldes con hielo y licores. Sí, baldes. Por algo así como 6 dólares (depende de la bebida alcoholica que compres) te pasan un balde como los que usan los niños para jugar en la arena, con agua donde flotan algunos hielos y en la que hundes tu botella de vodka / cerveza / whisky / tequila / espumante y bebida / jugo / agua para mezclar o acompañar.

Ya en la playa Haar Rin nos encontramos con una docena de escenarios ocupando la extensión de arena y a un par de miles de fiesteros. Estaba realmente lleno, y en esa multitud, cuando oyes a alguien hablando español es inevitable que trates de reconocer el acento y preguntes «¿Argentina? ¿Uruguay?» y te devuelvan un «¿Chile?» y ahí terminas comparando historias de como llegaste ahí, brindar por el fútbol (y la Copa América que le ganó Chile a Argentina) y despedirse para seguir recorriendo.

Como era inevitable, también nos encontramos con un chileno que andaba viajando solo, y con quien intercambiamos nombres y buenos deseos de regreso a nuestro país. Todo musicalizado de fondo por diversos estilos, aunque creo que principalmente era electrónica y pop, para recorrer saltando la extensión de Haar Rin y volver al DJ que te haya gustado más.

La fiesta es larga duración y te encuentras con botes atracados en la playa que vienen transportando turistas de las islas vecinas a la espera del regreso. Lo que notas desde las 3 de la madrugada, cuando empieza a disminuir la cantidad de gente bailando. Ya sea porque algunos regresan a sus hoteles, se van a seguir la fiesta en grupos más pequeños a otro lado o porque sus cuerpos no toleraron algunos excesos de los entusiastas viajeros, las cosas comienzan a calmarse.

Es tal el nivel de preparación y de «ya pensaron en todo lo que se nos ha podido ocurrir», que no debió sorprendernos cuando nos encontramos con zonas específicamente delimitadas para ir a echarte a pasar el malestar con una siesta. Aunque en realidad habría que decir que era para que los grupos fueran a dejar ahí a los que ya no eran capaces de seguir al ritmo de la luna llena. Por supuesto, también podías ir a buscar a tus amigos perdidos.


Tras bailar, saltar, cantar, gritar y transpirar como si estuviéramos en un sauna, dejamos atrás Haar Rin para llegar al punto de encuentro de nuestro transporte. Creo que ese recorrido se puede llamar «el camino de la vergüenza» y para graficarlo les contaré de un joven perdido que se hospedaba en otra isla y estaba muy borracho para recordar el nombre de la isla, de su hotel, su transporte o de él mismo, y pedía aleatoriamente que le dieran alojamiento.
Por nuestra parte, el grupo llegó sin novedad al hotel, ya pensando en el desafío que nos habíamos autoimpuesto de salir en unas pocas horas más rumbo a Koh Nang Yuan.

De todas formas, ir a la Full Moon Party valió cada km recorrido para llegar hasta ahí. Si bien creo que no iría todo el camino desde mi país hasta Haar Rin solo para eso, ir a Tailandia y no pasar por esta experiencia se me antojaría un itinerario incompleto.

Recomendaciones:

  • Ve a la fiesta con ropa cómoda y fresca, no hay nada que se le parezca a una etiqueta de vestuario porque lo importante es disfrutar
  • Ponte zapatillas. En realidad lo importante es que vayas con los pies protegidos de los trozos de vidrio que pueden haber en la arena que pises, así como de otros residuos de la fiesta que no quieres tener entre los dedos de los pies. En serio!
  • Hidrátate. Antes de salir del hotel trata de tomar agua porque entre los ríos de alcohol que surcan Haar Rin y el baile y las caminatas, lo necesitarás
  • Si vas en grupo, fija una hora y punto de encuentro en caso que se separen. No quieres pasar la mitad de la fiesta buscando a un amigo para descubrir que estuvo todo el tiempo buscándote a ti
  • No planees excursiones para la mañana siguiente a la fiesta!

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